
Este año, Hugo se acercó a nosotros con una propuesta entusiasmante. Nos extendió una invitación para ser parte de la celebración, una oportunidad que nos llenó de emoción. La idea de contribuir a una causa benéfica era irresistible. Así que, sin dudarlo, aceptamos participar en la fiesta solidaria, listos para ayudar y compartir.


De este modo, reunimos a Leonor con Ramón, en compañía de los reyes Liceo y Úrsula. Tras una tarde de ensayos y preparativos, les permitimos disfrutar de la velada juntos, mientras aguardábamos con ilusión el amanecer de un nuevo día.

Iniciamos la jornada bajo un sol radiante, augurio de un día festivo memorable. Nos congregamos al son de los gaiteros, y con entusiasmo nos dispusimos a infundir alegría en el corazón de cada asistente.

Hugo y yo, con el apoyo de nuestros colaboradores, nos dedicamos a la venta de chapas e imanes adornados con las caras de los gigantes. Fue un éxito rotundo; la acogida fue tan entusiasta que casi agotamos todas las existencias.
No todo va a ser gigantes: encierro de toros

Colaborar con la giganta es siempre un placer inmenso. Cada vez que se nos invita, acudimos con entusiasmo, especialmente cuando sabemos que es por una noble causa: ayudar a quienes más lo necesitan. La labor de Hugo ha sido extraordinaria, un esfuerzo titánico que sin duda merece cosechar los frutos esperados. Muchas gracias, Hugo, por tu dedicación. El mundo definitivamente necesita más personas con tu generosidad y espíritu altruista.
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