

En un domingo caluroso, con el termómetro marcando máximas de 38 grados, la comparsa de gigantes y cabezudos de Aoiz organizó una gigantada para celebrar el 50 aniversario de su creación.
Acompañando a los anfitriones, los gigantes Reyes Católicos, Carlos III el Noble y Doña Magdalena, y Agoizka y Agoizko, llegaron desde Huarte, Lumbier, Txantrea, Espinal, San Jorge, Berriozar, Sociedad Nueva Tudela y Cáseda. Junto a ellos, los txikis Kaskabobo y Maskarita, y Piquero y Pelaire, llenaron de vida y alegría las calles de Aoiz.
Con cada paso y cada giro, la tradición se mantuvo, en las calles de Aoiz, la magia se sintió. Un domingo de gigantes, de calor y de pasión, celebrando cincuenta años, con el corazón.

Tanta emoción no podíamos dejar pasar, y en nuestra agenda estaba marcado ese día para ir a Aoiz a disfrutar de los gigantes. En el día de la comparsa de Huarte, le comentamos a Erik nuestra intención de asistir, y nos propuso llevar también a nuestra giganta Leonor.
Así que marcamos el calendario y organizamos todo para poder asistir, bailar y disfrutar del día.
Pero la sorpresa no terminó ahí. Jesús, como padrino, les dijo a los chicos que bailan a Kaskabobo y Maskarita, y a Piquero y Pelaire, que hoy nos acogerían como un gigante más de la comparsa txiki.
Nos pusieron en la comitiva, detrás de los txikis de Aoiz y delante de los grandes, y desfilamos y bailamos por todo el pueblo.
Era el momento en que los gigantes visitantes esperaban frente a la iglesia, mientras los gigantes locales acompañaban al patrón San Miguel en su recorrido por las calles. Junto a Agoizko Dantzari Taldea y la banda de música, disfrutamos de las dulces voces de la coral San Miguel y de una jota desde el balcón del vecino Rafa Urabayen.
Nos sentimos arropados y acogidos como uno más de la comparsa txiki, y nos ofrecieron la posibilidad de desfilar en procesión junto a ellos. Fue un honor inesperado que no podíamos rechazar. Al son de las gaitas, acompañamos a la comitiva, llenos de alegría, hasta que el santo entró en la iglesia para la misa.



















Con el ritmo de la música, no puedo evitar bailar.

Era el momento de hacer una pausa para que cada comparsa pudiera realizar su baile, disfrutando de la armonía de sus danzas. También era una oportunidad para descansar y evitar la deshidratación. Jesús se aseguraba en todo momento de que no nos faltara algo de beber. ¡Qué lujo!

Un baile final con todas las comparsas a la vez y como no podía ser de otra manera La polonesa para terminar la concentración



Para finalizar y recuperar energías, la comparsa de Aoiz organizó una comida de hermandad. Fue una oportunidad para fortalecer lazos y prepararnos para las próximas salidas.

El Aguador
Que seria de nosotros sin hidratación, hasta en el noticias se hicieron eco de como Jesús repartía agua y bebidas a todos, que bien nos cuida

Ultimas impresiones
Cada salida es un reto y una nueva ilusión. Siempre disfrutamos del día, pero hay ocasiones en las que nos sentimos aún más especiales. Desde el momento en que planteamos la idea de asistir a la concentración, la comparsa de Aoiz nos brindó todas las facilidades, nos dieron indicaciones precisas y nos ayudaron a montar la giganta. Pero su apoyo no terminó ahí. Jesús nos apadrinó y, junto a Unai, nos hicieron sentir como en casa. ¡Qué gusto encontrar comparsas así! La satisfacción final, tanto para Julen como para todos nosotros, ha sido indescriptible. Ver la cara de ilusión en cada momento no tiene precio. Y, como no podía ser de otra manera, les compramos una nueva pareja de gigantes de goma. Esta se viene a casa con un sentimiento aún mayor.